Otra aberración. Más lágrimas y sufrimiento por ser mujer. Esta vez llega de Camerún. Una terrible práctica, milenaria dirán algunos, inaceptable en cualquier caso.
El planchado de pechos se lleva a cabo bajo la premisa de que las mujeres deben ser menos atractivas, para prevenir asaltos, agresiones sexuales, violaciones y embarazos no deseados ¿pero, lo racional no sería ofrecer educación sexual a hombres y mujeres, y que aquellos crecieran en el respeto a sus compañeras? Quizá es el mundo al revés que preconizaba Galeano, porque castigar a una mujer por la hipotética posibilidad de sufrir una violación en el futuro, cuanto menos es absurdo, y en cualquier caso cruel, injusto e inaceptable.
El planchado se practica habitualmente con piedras calientes que se masajean contra el pecho, varias veces al día, de aquellas que acaban de estrenar la pubertad. Una de cada cuatro niñas lo padecen. Además de ser extremadamente doloroso, las consecuencias son terribles: desgarramientos, cáncer de mamá, malformaciones...
Por desgracia, una vez más, ser mujer, en un patriarcado global, es suficiente razón para verse sometida a vejaciones inimaginables, pero reales y tangibles.